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Ludopatía

¿Sabías que la Ludopatía esta reconocida como una enfermedad?

En los siguientes lecturas podrás ampliar más información sobre esta enfermedad.

  • Juego
  • Conceptos
  • Recaídas
  • Rehabiltación
  • Fases
  • Rehabilitación
  • Círculos
  • Juego Patológico

    Como comienzo de la gran tarea que nos acontece, lo primero es darte una definición muy exhaustiva de lo que es el juego y el jugador patológico, con la que esperamos solventar muchas dudas y proporcionar una herramienta más para la superación de este problema.

    Según el manual diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV) el juego patológico quedaría incluido en el apartado de control de los impulsos. Este manual describe al jugador patológico del siguiente modo: Se considera que una persona es un ludópata cuando su juego le acarrea graves problemas tanto a nivel personal, como familiar, profesional y social. Piensa, vive y actúa en función del juego, dejando a un lado cualquier otro tipo de objetivo. Es por tanto un esclavo del juego.

    Cuando el ludópata juega obtiene un gran placer, y si no puede jugar se encuentra mal y procura por todos los medios volver a intentarlo lo antes posible. Las pérdidas le fuerzan a jugar mayores cantidades, porque piensa que jugar es la única forma de recuperar lo que ha perdido. Entra así en un círculo vicioso del que es difícil salir.

    Cualquier persona puede llegar a ser ludópata, aunque hay algunos factores que predisponen con mayor probabilidad a tener problemas de ludopatía.

    La característica esencial del juego patológico es un comportamiento de juego, desadaptativo, persistente y recurrente, que altera la continuidad de la vida personal, familiar o profesional.

    El individuo puede estar preocupado por el juego (p. ej. Reviviendo experiencias, planificando la próxima aventura…) muchos afectados de juego patológico dicen que buscan acción (estado de activación, de euforia) más que dinero. Al aumentar sus apuestas o magnificar los riesgos consiguen producir y mantener los niveles de excitación deseados.

    Los afectados con trastorno de juego patológico continúan a menudo jugando a pesar de los repetidos esfuerzos para controlar, disminuir o detener su comportamiento. Se pueden sentir inquietos o irritables cuando intentan parar de jugar.

    Pueden jugar como estrategia para escapar de sus problemas o para liberarse de sus disforia (p. ej. Sentimientos de desesperanza, culpa, ansiedad, depresión).

    Se puede presentar un patrón de “caza o perseguir” las propias pérdidas, con una necesidad urgente de seguir con el juego (a menudo con grandes apuestas o aceptando riesgos desproporcionados), para contrarrestar una o varias pérdidas. El individuo puede abandonar su estrategia de juego y tratar de recuperar todas las pérdidas de una sola vez. Aunque todos los jugadores pueden jugar durante cortos períodos de tiempo, es el juego a largo plazo lo más característico de los individuos con juego patológico.

    Suelen mentir a los miembros de su familia, terapeutas u otros para ocultar su grado de implicación en el juego.

    Cuando se quedan sin dinero y sin crédito, pueden aparecer comportamientos antisociales (p. ej. Falsificación, fraude, robo o abuso de confianza) para obtener dinero.

    El jugador puede haber comprometido o perdido una relación interpersonal importante, un trabajo o una oportunidad educativa o profesional debido al juego.

    Conceptos a tener en cuenta en la Rehabilitación

    1. Control de Estímulos.
      • Control del dinero.
      • Circuitos de riesgo.
      • Amigos de jugadores. 
    1. Factores precipitantes de recaídas.
      • Manejo inadecuado del dinero – 49%.
      • Estados emocionales extremos – 26%.
      • Consumo abusivo de alcohol, drogas, .. – 14%.
      • Avidez por el juego – 6%.
      • Presión social – 6%. (Ejemplo: compromiso en la lotería de Navidad)
    1. Etapas de recuperación del jugador.
      • Conciencia del Problema.
      • Motivación o el cambio. (Demostrar que etas mejor sin jugar).
      • Recuperar el control de todo poco a poco.
      • Mantenerse abstinente.
      • Comprender el fin de tu etapa como jugador. (El consiguiente estado de precaución de alerta siempre).

    ¿Cómo puede intuirse o diagnosticarse que un paciente en rehabilitación está sufriendo una recaída?

     Una persona en recuperación puede comenzar a mostrar síntomas de una recaída incipiente, próxima o inminente, mucho antes del consumo, constituyendo el llamado síndrome de la recaída. Poder intuir, descubrir, o identificar estos síntomas y tratarlos a tiempo puede ayudar a tratar lo más precozmente o prevenir una recaída:

    1.- Insuficiente nivel de o vergüenza respecto a la condición de adicto al juego de alzar, justificando su conducta del pasado como resultado de alguna situación ya prescrita o supuestamente superada y mostrando vergüenza social en su condición de jugador en rehabilitación.

    2.- Retorno del pensamiento irracional dominante y u obsesivo con respecto a un supuesto dominio de las conductas de juego (ilusión de control) o sobre sus efectos: Podrían ser pensamientos relativos al uso, sueños o deseos de usar que vuelven luego de haber desaparecido.

    3.- Actitud de desafío con respecto al código de conducta del Decálogo, menospreciando las situaciones de riesgo (volver a frecuentar establecimientos donde se juega, o amistades peligrosas por lo mismo).

    4.- Relajarse en el compromiso para el cambio: Dejar de acudir mediante excusas inconsistentes a terapias, reuniones o citas con las nuevas relaciones personales del grupo o con el equipo terapéutico.

    5.- Cambio ostensible de carácter, con tendencia al aislamiento e irritabilidad, especialmente en las relaciones con personas allegadas.

    6.- Atribución de la culpa de la situación a las personas de su entorno familiar y resentimiento consecuente, propiciando con ello discusiones familiares.

    7.- Estados de depresión y ansiedad frecuentes: Sobrevienen trances emocionales incómodos que no necesariamente pueden relacionarse con circunstancias externas.

    8.- Rebelión abierta contra la disciplina del control administrativo, alegando cansancio, sentimientos de humillación y de incapacitación ante la gente, anulación de su personalidad, etc.

    9.- Desaparición misteriosa y reiterada de ciertas cantidades de dinero en casa, aunque sean pequeñas y se niegue sistemáticamente su autoría.

    10.- Preocupación obsesiva por el dinero y por la seguridad financiera.

    11.- Insomnio, intranquilidad, pesadillas y dificultad para descansar.

    12.- Persistencia en las mentiras, en la imputabilidad o faltas de presencia no justificadas, etc.

    Hay que advertir que cada persona es diferente y por lo tanto mostrará síntomas peculiares propios con motivo de su recaída; pero en general es marcadamente notable la presencia y evolución de este síndrome. Una de las paradojas de la recaída es que cuanto más graves son los síntomas, menos disposición tiene el adicto para poder aceptar las críticas constructivas o la preocupación de las personas que lo rodean, lo que hace que el adicto se enroque sobre si mismo aún más, retardando la posibilidad de un diagnostico precoz y por ello propiciando el incremento de la gravedad de la recaída.

    Lo más importante para el grupo, como para cada componente, no es si la persona recae o no recae, sino, si recae, que sepa o aprenda a levantarse.

    La recaída no es el fin, pero puede llegar a serlo si no se ponen los medios adecuados para atajarla correctamente, y aprender del error cometido.

    MANUAL DEL LUDÓPATA
    F.E.J.A.R.
    Dr. Blas Bombín

    Curación - Rehabiltación

    Cuando se dice que la ludopatía, igual que ocurre con el alcoholismo, no se cura, sino que se rehabilita, porque siempre queda en el cerebro del adicto un depósito de memoria biológica susceptible de reactivarse con la mayor virulencia si se volviese a establecer un contacto con el objeto de adicción, en este caso con el juego de azar, se está dando pie tal vez a admitir un orden jerárquico en cuanto a la calidad de uno y otro proceso, adjudicando quizás un rango de superioridad a la curación respecto a la rehabilitación. Y sin embargo, no es así, ya que si la curación, en Medicina, significa la desaparición de la sintomatología con restitución total (“ad integrum”) del organismo al estado anterior a su evento patológico, la rehabilitación implica no sólo la desaparición de la sintomatología que causaba el trastorno adictivo, sino que se produce además un enriquecimiento psicológico de la persona, que la hace indudablemente más madura, más consistente, más equilibrada, más libre, más responsable, más noble, más empática, más dotada de valores y hasta éticamente mejor persona. Cuando un paciente acude a un médico con una patología física, pongamos una úlcera de estómago, en busca de su curación, es obvio que “sólo” se conformaría con recuperar su estado de salud previo a la enfermedad. En cambio, si el profesional devolviera a un adicto a su estado anterior a la adicción, es evidente que sólo le “curaría” de los síntomas, pero le dejaría en el mismo estado de personalidad y predisposición a las conductas evasivas y adictivas que venía padeciendo cuando optó o se dejó atrapar por el seductor camino de la adicción. Entonces, ¿cuál es más valiosa, la curación, que sólo hace remitir los síntomas, o la rehabilitación, que aun resultando marcada por el hándicap de la imposibilidad de un nuevo contacto con el objeto de la adicción, porque se reactivaría el proceso, permite en cambio a la persona dar un salto cualitativo en su personalidad en dirección hacia la excelencia?.

    Cuando se dice que el adicto no se cura, sino que se rehabilita, debe entenderse que se hace referencia a la superioridad de la rehabilitación, porque a la desaparición de los síntomas añade un cambio positivo de la personalidad hacia una madurez que ya no precisa del concurso de las prácticas evasivas para su estado de compensación, bienestar y equilibrio.

    ¿Podría importarle tanto a un buen rehabilitado la prohibición de un nuevo contacto con su objeto de adicción, cuando tiene tan asumida esta limitación de sus libertades consumistas que prácticamente se ha habituado a su nuevo orden de vida, y cuando puede gozar como antes nunca lo había podido hacer de una vida enriquecida, vivida con inusitada profundidad por una persona que puede mirar y manejar con placidez y equilibrio su propia realidad sin asustarse, avergonzarse ni acobardarse o huir de ella, como lo hacía antes? Otra diferencia importante entre curación y rehabilitación es el grado de participación e implicación del paciente en su proceso, que en el caso de la curación es mínimo (“vengo a que me cure”), pero en el caso de la rehabilitación es máximo , ya que es el propio interesado quien debe esforzarse, con la ayuda y el apoyo del equipo terapéutico y asociativo, por desarrollar al más alto nivel la parte inédita de su personalidad, dotándola de nuevos recursos, habilidades y valores que previamente no se encontraban operativos sencillamente porque o no existían o la adicción los había sepultado en el rincón de los trastos inservibles o no operativos. Si, la respuesta a la pregunta de si se cura la ludopatía, es sin duda que “si”, en un porcentaje muy superior de casos, como se ha dicho, ya que hoy por hoy contamos con los instrumentos y recursos necesarios para poder ofrecer un buen tratamiento a quien lo necesite.

    Se trata del proceso en cuya virtud el ludópata alcanza el máximo nivel de excelencia como persona al que se puede llegar con el tratamiento de la ludopatía, logrando una transformación positiva de todas aquellas características perturbadas de la personalidad que la adicción había ido produciendo en el portador de la adicción. Es a través de este proceso como el ludópata no sólo recupera su anterior personalidad, sino que la mejora, con el desarrollo de nuevos potenciales, valores e intereses, que estaba muy lejos de poder adquirir en la etapa de la adicción, dada la trayectoria de una vida instalada en la abyección progresiva, e incluso se diría que con la rehabilitación, el ludópata asiste a un nuevo nacimiento, a un renacimiento de su persona. Su comienzo se graba por parte del ludópata con letras de oro en su biografía, marcando claramente el hito que separa el antes del después, el infierno de la gloria; la noche del día; el caos del orden; la anarquía de la disciplina; la abulia de la constancia; el despilfarro del uso y ahorro racional del dinero; el aislamiento egocéntrico del retorno a la dulce convivencia familiar; el egoísmo reconcentrado del espíritu de servicio a la familia y a la comunidad; la rigidez de la flexibilidad; la agresividad de la tolerancia; la mentira de la transparencia; la soberbia de la humildad; la suspicacia de la confianza; la tristeza de la alegría; la culpa del mérito… En definitiva, el ludópata alcanza un nivel de excelencia en su vida y en su persona que pocos, ni tan siquiera él, estaban en nueva vida, consistente en que ocasionalmente, sobre todo cuando se presentan dificultades o adversidades, le sobrevienen flases recordatorios de su vulnerabilidad psicológica, y de la facilidad con que antes solventaba tales trances, sencillamente yéndose a jugar.

    Con la rehabilitación, el ludópata recupera poco a poco, e incluso la desarrolla y potencia, la capacidad antes perdida, o nunca desarrollada, para el afrontamiento maduro de las adversidades de su vida, poniendo en juego y ejercitando mecanismos autodefensivos de carácter maduro, entre los que desde luego ya no figura la huida, la negación de la realidad ni el refugio subsidiario en otras evasiones fáciles pero no menos peligrosas.

    Y la primera adversidad que el ludópata debe afrontar en el primer tramo de su rehabilitación es el síndrome de abstinencia, el luto por sus prácticas placenteras de juego, la facilidad de la evasión instantánea, y que se ve agravada por los sentimientos de culpa y de vergüenza que aparecen en el primer término de la conciencia del ludópata con la iniciación de su lucidez mental para ver la realidad con mirada retrospectiva y sentir horror por sus incontables fechorías.

     Según todo lo dicho, el paciente que se rehabilita tiene más mérito que el que simplemente se cura, y por tal motivo tiene legítimo derecho a sentirse orgulloso del proceso que protagoniza.

    MANUAL DEL LUDÓPATA
    F.E.J.A.R.
    Dr. Blas Bombín

    Fases de la Ludopatía

    1. GANANCIA: En la fase de ganancia, inicial, pero que puede durar desde meses a varios años, se dan frecuentes resultados de obtención de premios, que llevan al jugador, a través del clima de euforia que se instala en él, a sobrevalorar sus cualidades como jugador y sus posibilidades de desafío al azar. Le sigue una fase intermedia de alternancia, en la cual se alternan las ganancias con las pérdidas, que ya se insinúan como preludio de la fase siguiente.
    1. PERDIDA: La fase de pérdidas se inicia como consecuencia de los excesos de riesgo y conducta de juego a que da lugar la fase anterior, caracterizándose por una sucesión de los malos resultados, que lejos de disuadir al jugador le inducen a buscar dinero de forma perentoria para revivir los buenos momentos de las ganancias, y la “caza” del dinero perdido se convierte en el elemento más destacado de esta fase.
    1. DESESPERACIÓN: Finalmente, se instaura la fase de desesperación, a la que afortunadamente no llegan todos los jugadores, si antes han decidido confesar su problema a la familia y acudir en busca de ayuda a algún centro o servicio acreditado. En esta fase se dan cita todos los síntomas más graves que constituyen el cuadro clínico de la ludopatía, incluyendo el final.

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    1. La Rehabilitación es un proceso gozoso que en sus comienzos puede ser doloroso. Por tanto, nunca hay que enfocarla como una carrera de velocidad, sino como una carrera de fondo. La mejor rehabilitación no es la que va más rápida, sino la que va más segura.
    2. La Rehabilitación no es una panacea para resolver ni curar todos los males que aquejan a la familia en su convivencia, sino una contribución para ayudar a afrontarlos mejor.
    3. La Rehabilitación debe aspirar a promover un cambio radical e integral para la persona, dentro del cual el mantenimiento de la abstinencia, total y permanente, sólo es una parte, tan necesaria como insuficiente (rehabilitación de vía ancha frente a la vía estrecha).
    4. La Rehabilitación debe admitir la eventualidad de las recaídas como accidente clínicos o recidivas de un proceso crónico-recurrente no siempre previsible o evitable o simplemente como tropiezos humanos “en la misma piedra” que no dejan de representar hechos aleccionadores sobre la condición de la ludopatía, y por tanto preventivos de nuevas recaídas.

    Círculos Viciosos

    1. Los Psicológicos.
      • Frustración de reincidir. (Que se acalla con una nueva reincidencia).
      • Pérdidas progresivas de dinero. (Que inducen a jugar para intentar recuperar).
      • Adquisición de la “Identidad del Jugador”. (Que induce a perpetuar el rol). 
    1. Los Socio - Ambientales.
      • El adicto frecuenta cada vez más de los círculos de adictos.
      • Los estímulo medio – ambientales del juego (musiquilla de las máquinas, sonido del fluir de las monedas, señales luminosas, etc.) adquieren para el jugador propiedades incitadoras por mecanismo asociativo o reflejo condicionado.
      • El entorno social le adjudica el rol de jugador, que espera desempeñe (ofreciéndole el cambio de monedas, máquinas preparadas, etc.). 
    1. Los Fisiológicos.
      • El “mecanismo de ejecución conductual”
      • El “mecanismo tóxico”
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