Las nuevas tecnologías aceleran el proceso y pueden llegar a desarrollar una ludopatía en apenas dos meses

Cuál es la realidad del juego en la provincia de Ciudad Real?
La verdad es que es una realidad similar a la del resto de España. La ludopatía afecta al cinco por ciento de la población y en esta provincia, como en otros territorios del país, puede decirse que a lo que más sigue jugándose es a las máquinas tragaperras, pero también hay que tener en cuenta que los tiempos están cambiando.


¿Se puede hablar de un perfil de jugador?
No hay un perfil medio de jugador, aunque si tengo que hablar del jugador le diré que se trata de una persona buena, noble y trabajadora. En la asociación se reciben desde menores hasta gente con más de 60 años.


¿Cuántas personas cuentan en la actualidad con el apoyo de Larcama?
Entre las dos sedes hay 793 personas, pero en la provincia de Ciudad Real socios activos que asistan a la misma de forma cotidiana son unos 45 con sus respectivos familiares; en total, rondamos entre 120 y 130 personas que se juntan todos los viernes. En este sentido, lo fundamental, como me pasó a mí en su momento, lo importante es que haya gente que se ha rehabilitado y que sirve de modelo para aquellos que están inmersos en el proceso.

¿Está repuntando el juego entre los jóvenes?
El juego está cambiando y, aunque a lo que más se juega es a las tragaperras, es cierto que los porcentajes han cambiado y se han elevado las apuestas deportivas online, que es donde entran los jóvenes.

¿Son las nuevas tecnologías y la publicidad de juego en internet el mayor riesgo a día de hoy?
Ésa es una pelea que no vamos a ganar nunca. Hay que tener en cuenta que el juego en Castilla-La Mancha ingresa más que el Producto Interior Bruto, podemos hablar de la publicidad en internet, pero también de lo que ofrece la televisión  a partir de la medianoche: todo son juegos. Por ello, competir contra todo eso es muy complicado.

¿Tienen pensado solicitar algún tipo de regulación?
Larcama consiguió que en Castilla-La Mancha se aplicase la autoprohibición, que consiste en que el enfermo firma un documento para no poder entrar ni en casinos ni bingos y Larcama consiguió que también se incluyeran juegos online y que se aplicara de forma nacional. No obstante, quien vela por esto en España es la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados, que llegan a acuerdos con las casas de apuestas y el Estado. Desde que en 2012 entró en vigor la Ley de Regulación del Juego este organismo ha mediado mucho para que haya control de publicidad y para que parte de los ingresos se destine a la prevención de la ludopatía.

¿Es muy permisivo el Estado español?
Teniendo en cuenta los números claro que lo es. Somos permisivos por cifras, en España somos así y hay beneficios derivados del juego. Si los ingresos son tan elevados como son, es muy complicado luchar aunque sí podamos controlar la publicidad o que los menores no entren en ciertos locales. Aun así, Larcama no quiere quitar el juego, lo que se pretende es que se puedan convivir con él. Por ejemplo, y teniendo en cuenta las tecnologías que hay en la actualidad, sería posible que en las máquinas tragaperras hubiese un lector de DNI electrónicos y que para jugar hubiese que introducirlo; así se evitaría que lo hiciese quien lo tenga prohibido.

¿Es posible jugar sin caer en la ludopatía?
Sí. Mucha gente juega y no cae porque no tiene un problema de ludopatía, que es un problema de falta de control de impulso. El 95 por ciento de la gente puede ser jugadora social y no pasa nada si va un día al bingo o echa una primitiva, no es que haya una línea estrecha, sino que hay un porcentaje de la población al que nos toca.